Laura
Esquivel es una de mis escritoras preferidas.
Cuando
digo escritoras en femenino me refiero tanto a mujeres como a hombres. He de confesar
que me llega más la literatura escrita por mujeres en general, aunque no todas,
claro.
Acabo
de terminar su novela “Mi negro pasado”, la tercera de la saga que comenzó con
la famosísima y maravillosa “Como agua para chocolate”.
Una
vez más, constato con agrado su sabiduría como escritora. Tiene la virtud de
filtrar mensajes, ideas y denuncias en pequeñas dosis, entretejidas en la trama
de la novela.
Llevándolo
todo a su terreno tan impregnado de lo femenino, las tareas que
tradicionalmente realizaban las mujeres, nos puede colar su parecer de cómo
debería ser una buena crianza, o la contaminación que inunda alimentos, aire,
agua. Explica incluso en términos de fisiología muy intuitiva, porqué se
produce la obesidad, la relación con la comida y lo emocional.
Cuestiona
también, de manera ligera per contundente, el rol productivo que exige a la
mujer (o la mujer se autoexige) salir de casa a trabajar en detrimento de su
bebé aún necesitado de su leche y su atención total.
Nos
habla de la corrupción en las instituciones, de la genética apuntando a le epigenética,
de la importancia de la pausa, del silencio, de recuperar labores como tejer,
tan profundas y amorosas, de las tradiciones, del peso de los antepasados.
Y
todos estos temas, a menudo, oscuros, tristes o indignantes, los va desgranando
como sus queridas mujeres trabajando en la cocina, como si pelaran habas.
Y
cómo mezcla lo antiguo con lo actual, internet, los móviles…capaz de modernizar
tecnológicamente en un plis plas contratando una línea internet en la antigua casa
familiar, donde se han vivido todas las penas y glorias, incendios orgiásticos,
muertes, nacimientos, tristezas y alegrías.
Siempre
entre cacerolas, mujeres sabias, bailes, lágrimas aromas y sabores, y siempre
la música.
La
música, las canciones, siempre están presentes en sus novelas.
Recuerdo
su libro “La ley del amor” que llevaba adjunto un cd para ir escuchando las canciones
cuando ella lo sugería. ¡Qué maravilla de libro! me llegó al alma, toda su sabiduría
espiritual y consciente y ahí fue donde contacté con ella, al escribirle sobre
los sentimientos y el estado en que me había dejado su libro y así surgió una
bella amistad intercambiando música y libros y alguna excursión.
He leído
casi todos sus libros y con cada uno mi admiración crece.
Mi
fascinación por ese saber incrustar entre las rendijas de una historia que siempre
mueve el alma y las emociones, los mensajes que ella, como ser consciente,
comparte con todos nosotros, sus lectores. Y sin embargo capaz de hacer una
literatura mainstream y también comercial.
Tengo
ya otro libro suyo en la mesita de noche esperando. Y me deleito cuando entro
en la cama, abro el libro y me transporta a su universo amoroso, femenino,
poético y bello.
Mil
gracias Laura, por favor, sigue escribiendo.
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