En Reino Unido ya están empezando a retroceder con todo el tema de los adolescentes que presentan conflictos con su género. El daño tanto físico como psicológico y emocional de los pacientes tratados con bloqueadores de la pubertad, tratamientos hormonales o quirúrgicos está provocando un movimiento de los profesionales, médicos, psiquiatras, en que ya no quieren esconder más su desacuerdo.
Sé de fuentes del mismo centro Tavistock - tan denostado
entre la disidencia por sus experimentos con ingeniería social y que seguro
eran ciertos - que la clínica con el mismo nombre (uno es el instituto y otro
la clínica) donde hay un departamento de género, está cuestionándose dichos
protocolos y además ya empiezan a salir artículos científicos al respecto.
Profesionales de dentro de la misma clínica están
manifestándose muy críticos respecto a este enfoque impuesto por el poderoso
lobby, que controla a nivel político cómo se debe tratar un síntoma o un
conflicto que intencionadamente han convertido en una “afirmación
incuestionable”.
Por ejemplo, un
artículo firmado por David Bell, un psiquiatra
retirado y ex presidente de la Sociedad Psicoanalítica Británica, titulado:
La revisión de Cass de los servicios de identidad de género
marca un regreso a la razón y a la evidencia: hay que defenderla.
Hillary Cass ha hecho la revisión
más extensa y exhaustiva basada en evidencia sobre el tratamiento para niños
que experimentan angustia de género jamás realizada.
https://www.theguardian.com/commentisfree/2024/apr/26/cass-review-gender-identity-services-report
Párrafos como el de abajo dejan
bien claro que hay un desacuerdo de los mismos profesionales, que aún bajo
amenazas de sanciones y descrédito se atreven a alzar la voz:
La política de
“afirmación” –es decir, aceptar rápidamente con un niño que es del sexo
equivocado– fue una postura clínica inapropiada provocada por grupos activistas
influyentes y algunos altos funcionarios del servicio de desarrollo de
identidad de género (Gids), lo que resultó en una distorsión del dominio
clínico. Los estudios indican que la mayoría de los niños, en ausencia de
intervención médica, desistirán, es decir, cambiarán de opinión.
Los numerosos y
complejos problemas que afectan a estos jóvenes quedaron sin abordarse una vez
que se los consideró de manera simplista a través del prisma del género. Cass
amablemente llama a esto “eclipsamiento del diagnóstico”. Así, los niños
sufrieron tres veces: porque no se abordaron adecuadamente todos sus problemas;
al ser colocado en un camino para el cual no hay evidencia adecuada y para el
cual existe un riesgo considerable de daño; y, por último, porque los niños
creían, con razón, que todos sus problemas desaparecerían una vez que hicieran
la transición. Creo que no es posible que un niño en estados agudos de tormento
pueda pensar en las consecuencias de una futura transición médica. A los niños
les cuesta incluso imaginarse a sí mismos en un cuerpo sexual adulto.
Aquí un video (en inglés) donde la Dra. Cass explica su
informe, nada menos que de la revista British Medical Journal (parece que la
prestigiosa publicación ya también está retrocediendo en su postura tan
oficialista en todo ¡hay esperanza para el mundo!) https://www.youtube.com/watch?v=gNTkEoSAaKI
Marcus Evans, otro psicoanalista relacionado a dicha
institución, publica un artículo con este resumen:
Las derivaciones
(particularmente femeninas) a clínicas de identidad de género han aumentado
significativamente en los últimos años. Comprender las razones de este aumento
y cómo responder se ve obstaculizado por un debate políticamente cargado sobre
la identidad de género. Este artículo comienza con una discusión sobre el
llamado "enfoque afirmativo" de la disforia de género y considera las
implicaciones del Memorando de Entendimiento sobre la terapia de conversión.
Luego digo algo sobre la relación entre la disforia de género y los problemas
de desarrollo característicos de la adolescencia. Finalmente, describo los
cambios que se necesitan en el enfoque actual para hacer nuestro mejor esfuerzo
para garantizar que estos pacientes reciban el tratamiento adecuado.
Algunos de estos profesionales están ya siendo contactados
por pacientes adultos arrepentidos de su cambio de género y ahora se están
dando indicaciones para abordar ya dichos casos de manera reflexiva y
profundizando, como siempre se ha hecho. El dolor y decepción de todos los
pacientes arrepentidos de su cambio de sexo debería ser el faro para todos los
que se dejan engañar, sobre todo adolescentes, por esa corriente perversa con
cara de ONG benevolente.
Hace unos 20 años, un psiquiatra que inició una
investigación sobre unos pocos casos aislados de angustia de género, con el
propósito de ahondar en causas y conflictos emocionales, fue contratado en la
clínica Tavistock donde se creó el departamento de género. Pero si al principio
el enfoque de este departamento era tratar este síntoma como otro cualquiera,
al cabo de un tiempo las políticas impuestas desde fuera de esta institución
tomaron el mando y el poder desoyendo los criterios clínicos y psicológicos
para el abordaje del tema.
Lo que yo no sabía y me enteré gracias a un profesional que
conoce los entresijos de la clínica Tavistock, es que cualquier psicólogo,
psiquiatra o profesional que trate a estos pacientes y no practique esta
“política de afirmación”, es decir que acepte dicho síntoma de angustia por
sentirse mal con su sexo biológico, está expuesto a costosas sanciones
económicas y por supuesto a perder su puesto de trabajo. Y eso no sólo pasa
allá, sino también en nuestro país. Concretamente me habló de casos en que han
sido denunciados por el propio paciente.
Lo cual me explica por qué casos conocidos de adolescentes
con dicha angustia nunca sacan el agua clara en sus procesos terapéuticos con
psicólogos que no profundizan en nada de su psique para evitar problemas y
simplemente les dan la razón. Y también me enteré de un grupo de psicólogas
españolas clandestinas, que se hacen llamar Red Casandra, que ante todo
defienden su honradez y profesionalidad a la hora de ejercer su trabajo
burlando las políticas de grupos de poder que sólo buscan la confusión y el
transhumanismo.