dimecres, 1 d’agost del 2018

Qué dolor tanto atentado a la infancia!


Hace un tiempo que vengo sintiendo esto, pero hoy el dolor es más agudo. Será que es acumulativo y mi vaso se va llenando hasta rebosar en forma de lágrimas. Y de llaga en el corazón.

Mi anhelo de paz interna evita cada vez más la polémica, las discusiones agresivas que tanto campan por los medios de comunicación y redes sociales. Y me he impuesto una cierta retirada, un silencio auto protector de tanta inconsciencia punzante.

Y por eso hoy mi duda estaba en si compartir estas reflexiones en voz alta o quedármelas para mí como campo de trabajo personal.

Pero una de estas dos fuerzas pesa un poco más. Y siento, como un deber de ser humano decirlo. Por si sirve para que algunos se den cuenta de lo que está pasando en el mundo y se unan a la toma de conciencia que por sí misma ya crea una masa crítica y que puede dar la vuelta a todo este sinsentido.

Supongo que mi amor a los niños (y me estremezco incluso al usar el término “amor” porqué me lleva a pensar en una de las mayores aberraciones que están sucediendo, la pederastia que se justifica detrás de esta palabra tan denostada y malinterpretada), me llevó a dedicarme a la pediatría y a tener tres hijos. Y esto me ha situado en un privilegiado observatorio de este bello mundo que es la infancia.


Escribir el libro Pediatría para los Nuevos Niños ya fue un intento de poner conciencia y de comprender este estadio humano por el que todos pasamos y en el que, desgraciadamente, la mayoría se queda con una herida, aún abierta y sangrante. Por lo cual, este gran porcentaje de niños heridos adultos, van alargando la cadena de sufrimiento de generación en generación.

Parece pues, que si estos nuevos niños llegan aún más luminosos de lo que lo son todos, hay fuerzas oscuras que quieren vampirizar esta luz.

Esta es una lectura que hago desde una visión de águila y que me puede explicar toda la perversidad que están sufriendo y darle un sentido más amplio y cósmico. Pero si aterrizo y me convierto en mujer y se activa la madre que toda mujer lleva dentro, siento este enorme dolor como un motor que me impulsa a hablar.

Voy a empezar ya a enumerar tanto despropósito.

Agresiones a sus cuerpos físicos comienzan ya por el manejo totalmente irrespetuoso del embarazo y el parto como recepción al mundo.

Siguiendo por el bombardeo creciente de vacunas, un coctel tóxico de sustancias, entre ellas metales pesados, que se introducen en los sanos y vulnerables cuerpos de recién nacidos y bebés.

Luego la hipermedicalización a todos los niveles, pero tal vez el más visible sea el tratamiento con fármacos del TDAH.

La violencia a sus cuerpos emocionales como la excesiva ocupación de sus horas (escuela, actividades extraescolares, deberes) y por ende, la falta de tiempo para jugar, que es la verdadera y única actividad que necesita un niño, también para aprender.

O la sobreprotección por un apego excesivo e inmaduro de muchas madres (y de algunos padres), que no les deja quemar etapas de manera espontánea y según su necesidad biológica y evolutiva.

Llegando a lo más grave, los maltratos y abusos sexuales, sean más o los menos evidentes y soterrados, que de esos hay muchos.

En la esfera mental, la confusión inducida respecto a la sexualidad y el género, con el despliegue de la llamada ideología de género orquestada desde poderosas organizaciones internacionales con fines espurios, como reducir la natalidad natural, por ejemplo, está llegando al extremo de imponer desde el ámbito político planes de adoctrinamiento en las escuelas. Esto les crea confusión y les introduce ideas contranatura en la primera infancia que incorporarán a su programa de creencias.

La transexualidad infantil, tan nombrada en estos días, o mejor dicho la confusión que algunos niños parecen tener respecto a su género, requeriría de un estudio a fondo de cada caso para hallar las verdaderas causas de esta anomalía y poner solución al motivo real del problema, que suele radicar en dinámicas emocionales familiares. En cambio se enfoca hacia la normalización de esta situación y soluciones tan aberrantes como administración de hormonas o cirugías muy agresivas a los adolescentes.

“La mejor manera de deshumanizar a los seres humanos es que no se aclaren con su sexualidad” me llega esta frase como resumen de este otro atentado perpetrado en la infancia.

Y por otro lado tenemos las leyes proabortistas, con la financiación pública este acto médico, de manera que parezca una sencilla intervención, sin tener en cuenta el atentado a la vida humana que supone. Lo que pongo en tela de juicio al respecto no es tanto el aborto en sí mismo como acción individual y valorable según cada situación, sino la banalización inconsciente que difunden los programas sociales y políticos sobre algo tan sagrado como la vida de un feto.

Por no hablar de todo el negocio que hay entorno a los embriones. Por ejemplo, hay algunas vacunas que se elaboran con células de embrión humano, y la pregunta que me surge es cuantos embriones serán necesarios para la gran cantidad de vacunas que se fabrican.

O las conocidas tramas de venta de niños robados que últimamente han salido a la luz pública.

Hasta ahora me he referido a aquellos niños que llegan al mundo de manera natural, pero los avances biotecnológicos nos traen esta novedosa posibilidad que los medios se encargan de publicitar como una alternativa ideal, claro, ideal para todas estas clínicas y empresas colaterales que están proliferando como un jugoso negocio, la reproducción asistida.

Existen programas eugenésicos que promueven a través de la ideología de género el control de la población. Es evidente que los homosexuales o transexuales no pueden engendrar vida de manera natural.
Pero también utilizando el vehículo de las vacunas. Bien conocido es el que se llevó a cabo de manera oculta en un programa de vacunación para embarazadas en África (las vacunas llevaban hormonas que impedían el embarazo), y que fue denunciado en su momento.

Con dichos programas se pretende reducir la población mundial. Me imagino que será evitar que nazcan niños pobres porque ved si no, la irónica paradoja digna de una novela de ciencia ficción: el gran negocio de los vientres de alquiler, o como eufemísticamente lo quieren llamar, para ponerse una venda en el ojo de la conciencia, la maternidad subrogada.

Y esta es la moda actualmente. Y ahí está la paradoja, se pretende que nazcan menos niños y en cambio se ha generado todo un lucrativo comercio con la gestación. Pero supongo que esto no supone un problema ya que pocos y muy ricos pueden acceder a estos métodos.

Famosos futbolistas, cantantes, o personajes mediáticos están recurriendo a este método, la mayoría de los más visibles son hombres que de repente sienten una compulsiva necesidad de ser padres. Y gajes del oficio, los embarazos por encargo suelen traer gemelos, o sea más niños con referentes confusos y antinaturales a este mundo.

El argumento en que basan su discurso cuando se les cuestiona es el derecho de cada persona a la paternidad o maternidad. Nadie habla del derecho del ser que artificialmente fuerzan a nacer para satisfacer un deseo egoico, que ellos consideran legítimo.

¿Pero quién va a frenar el gran negocio que esto supone? Se habla de que cada gestación con madre de alquiler puede ascender a más de cien mil dólares (la mayoría de los famosillos acuden a USA ya que en Europa, de momento y afortunadamente está prohibida dicha práctica).

¿Y la utilización del cuerpo de estas mujeres? ¿Dónde está la coherencia de la hegemonía del feminismo con este uso de la mujer como objeto?

Para acabar, los secuestros de niños con diversos presuntos fines, como tráfico de órganos, adopciones o lo más macabro que se puede imaginar, las redes de pederastia y rituales satánicos son el terrible corolario de esta lista.

Empieza a haber indicios del intento de normalizar y legalizar la pederastia, se dice que como intento de proteger y que queden impunes un buen puñado de personajes que ocupan los puestos más altos de la pirámide del poder.

¿Qué humanidad podemos esperar con este panorama si no somos capaces de cuidar y respetar lo más bello y puro que son los niños?

Quiero pensar que habrá un giro a toda esta iniquidad, ¡ojalá! y que se recordarán estos tiempos como lúgubres y deshumanizados, oscuros y perversos, tal vez una experiencia necesaria para aprender algo como colectivo humano, aunque me escapa el sentido de todo esto.





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